Asia Occidental · capitalismo · fascismo · feminismo · geopolítica · guerra de clases · imperialismo · política

Orden! La burguesía quiere orden y los talibanes están de acuerdo

Al parecer es todo lo que importa al Presidente de Rusia Vladimir Putin: «prevenir el colapso del estado» afgano y evitar que se convierta en el centro de potencial desestabilización regional. Su colega alemana Angela Merkel está de acuerdo en lo esencial, aunque por motivos electorales y de mano de obra barata, pone más énfasis en «acoger refugiados». Y lo mismo es en todas partes: Pekín, Washington, etc. Nadie, absolutamente nadie está considerando empoderar a las mujeres de Afganistán y sus aliados, facilitándoles armas y pertrechos para luchar contra el fascismo talibán, algo que se demostró muy eficaz en el Norte de Siria por ejemplo, donde las mujeres de YPJ actuaron heróicamente más de una vez contra el terror fascista del Estado Islámico (DAESH), marcando la pauta a unos hombres que dudaban más de poner en riesgo sus vidas. Sí, seguramente es demasiado tarde, pero más vale tarde que nunca. Rendirse no es una opción ante el fascismo.

Es lamentable que incluso debates trotskistas caigan en la trampa del «antiimperialismo» neo-estalinista (absolutamente nada que ver con la crítica de Lenin al imperialismo, sino todo lo contrario) calificando el terror patriarcal contra las mujeres afganas o en general de Asia Occidental (hay otros Talibanistanes, demasiados) como de algo «cultural» y criticando a la (muy lógica) reacción feminista ante la súbita toma de poder por parte del fascismo talibán de «burguesa». Muy decepcionante! De hecho me recuerda demasiado a la desesperación de Orwell ante los virajes del «comunismo» ortodoxo (estalinismo) respecto a Hitler, en particular durante el período 1939-41, cuando la posición de Moscú y por lo tanto la de la Komintern con disciplina férrea y totalmente absurda era la de aplaudir a Hitler.

Cuando Stalin celebraba su pacto «anti-imperialista» con Hitler y eso…

Por desgracia este tipo de «análisis» pseudo-antiimperialistas se han hecho dominantes en una izquierda pretendidamente revolucionaria pero de hecho cada día más reaccionaria por su incapacidad de hacer una autocrítica histórica de los gravísimos errores del bolchevismo, que nunca quiso empoderar a las masas, sin lo que la revolución fue de hecho abortada y degenerada en un capitalismo de estado neo-platonista que, como Trotsky eventualmente sabría comprender (tenía contradicciones muy serias el comandante ruso pero a veces acertaba) sólo podía evolucionar hacia el retorno al capitalismo, que es lo que Putin representa.

Y no es por meterme con Putin. Como digo: todas las potencias burguesas hacen lo mismo: reconocer el régimen extremo Talibán a cambio de oportunidades de negocio y supuesta estabilidad regional (ya se verá, los talibanes mienten más que hablan). Putin simplemente ha hablado más claro y el hecho de que lo haga junto a Merkel es señal de que se forja un nuevo consenso aún más tolerante con el peor de los fascismos.

Y no es lloriqueo burgués, Jimena, es que el terror llama a la puerta de las mujeres afganas (y de muchos hombres afganos también) y eso no se puede justificar de ninguna manera, lo mismo que era inaceptable justificar a Hitler en 1940. Quizá podamos hacer poco pero lo menos que podemos hacer es solidarizarnos con quienes sufren un régimen de terror burgués ultra-patriarcal como es el de los talibanes. No hay «antiimperialismo» que valga aquí: todos los imperialistas (todas las potencias burguesas) están de acuerdo en que los derechos humanos son de usar y tirar, sobre todo de tirar, en especial en el caso afgano.

Es interesante que un analista anti-imperialista clásico como es Thierry Meissan, que a menudo muestra simpatías por Irán y que está refugiado en Siria desde hace una década por la persecución a la que le sometió Sarkozy aquí en el corazón de Europa por osar hacer periodismo de investigación, un olvidado Assange europeo, considera que el súbito avance talibán es un regalo estadounidense dentro de un acuerdo con China y con amplia participación turca que nadie menciona. Es difícil explicar de otra manera el súbito avance talibán en tan poco tiempo frente aun ejército de 300.000 soldados, desmoralizado quizá, pero a menudo con clara intención de luchar. Los informes de traiciones y deserciones organizadas de arriba a abajo son demasiados para no sospechar que hay gato encerrado; el pacto de Trump y Biden con el fascismo más atroz es más que probable y no hay nada que celebrar en esta derrota de la Humanidad en cualquier caso.

M. Najibullah, Presidente del Afganistán socialista

Sabemos bien por experiencia que la única alternativa real frente al fascismo es algo así como las YPJ, las rama autónoma femenina y feminista de las YPG, a su vez parte de un Movimiento Revolucionario Apoísta que es más que meramente kurdo ya a pesar de las continuas traiciones y chantajes de todas las potencias, incluido su supuesto «aliado» Estados Unidos. Es precisamente contra esas tendencias revolucionarias socialistas, que habían logrado el poder en Afganistán entre 1978 y 1992, contra las que Estados Unidos creó la organización Talibán y su adjunto «internacionalista» Al Qaeda, que aún existe con apoyo turco es decir: estadounidense y ruso a la vez, y que ejerce el terror neo-colonial en África Occidental por medio de un «emir» blanco contra una población abrumadoramente negra.

Sin hacer un análisis del islamo-fascismo, en particular de su rama sunita, bajo estrecho control de la OTAN, aunque cada día más de la dictadura de Erdogán (estado turco) específicamente, no es posible entender ningún imperialismo. Las cosas, por desgracia son muchísimo más sencillas: empoderamiento popular (comunismo y democracia, ambas a la vez necesariamente) o terror burgués, a menudo abiertamente fascista y confusamente pretendiendo ser enemigo de sí mismo para los pánfilos y pánfilas. Y por desgracia estamos cayendo en lo último en una farsa de luchas intra-capitalistas, a menudo falsificadas, otras veces reales, siempre muy confusas por la persecución a la que se somete al periodismo de investigación y al «conspiracionismo» (que a veces tiene razón) y eso no es conductivo en absoluto a ningún empoderamiento de clase (ni tampoco feminista).

Hace mucho que no hay «campo comunista» alguno, queda algún fósil en Cuba (realmente no hay más), hay alguna socialdemocracia dubitativa más en América Latina, pero éstos se confunden a menudo por su particular tensión con una potencia capitalista específica, Estados Unidos, e imaginan erróneamente que Irán, China o Rusia son mejores. Eso es una falacia, un error fundamental de análisis, al margen de posibles posicionamientos tácticos en este o aquel conflicto, no siempre sencillos de hacer. En Europa y en general el Viejo Mundo (Eurasia y África) no podemos hacer ese análisis: aquí Talibanistán, que no es uno sino múltiple, y no es sólo islamista sino que también es Vox o la Ucrania fascista, es una amenaza muy real e implacable. Tenemos que ser radicalmente antifascistas, también contra el (cuasi-)fascismo «progre» de los liberales como Macron o Biden, apenas camuflado, igualmente peligroso.

Incluso si nos limitamos al islamo-fascismo, está a las puertas: Turquía, Marruecos, Al Qaeda, etc. No se puede tratar a la ligera: es una cuestión de vida o muerte, de vida o muerte para muchas personas afectadas directamente y de vida o muerte para el proyecto comunista en su sentido amplio. Muy probablemente es una cuestión de vida o muerte para la Humanidad misma, porque no hay esperanza de sostenibilidad ecológica alguna en parámetros capitalistas: el Capitalismo es esencialmente explotador y no sólo explota a los seres humanos, sino que también explota a la Naturaleza de manera incontrolada y muy destructiva, quizá mortal para nuestra especie (y muchas otras).

No pasarán! No al fascismo!

Deja un comentario