Los halcones estadounidenses han comenzado a hablar de paz, de que Ucrania tiene que lograr un acuerdo con Rusia. Es un brindis al sol, es demasiado tarde. Veamos…
Para empezar las demandas mínimas que Rusia podría exigir para lograr semejante acuerdo serían las siguientes:
- Que Ucrania rinda las cinco regiones ya anexionadas por Rusia (Crimea, Donetsk, Lugansk, Zaporozia y Kherson).
- Que Ucrania purgue todo el aparato nazi-OTANista que controla el estado desde 2014.
- Que Ucrania y algún garante que no sea hostil a Rusia (pongamos China o India, quizá Turquía o Irán, desde luego no Francia y Alemania, que perdieron toda credibilidad con Minsk) aseguren la estricta neutralidad de la república, que no podría en ningún caso no sólo unirse a la OTAN, sino tampoco a la UE, y no podría albergar tropas extranjeras de ningún tipo.
Esto es lo mínimo que Moscú puede exigir, podría demandar más territorio, podría demandar la desmilitarización total de Ucrania, etc. Pero Rusia no va a aceptar nada menos que los tres puntos arriba mencionados.
Y Ucrania no puede conceder eso. Da igual si eso lo firma Zelensky o el mismísimo Bandera reencarnado, quien firme eso será asesinado y depuesto. El nudo gordiano nazi que creó la OTAN-Gladio en 2014 (golpe de estado «Maidan») es muy difícil de deshacer. Hubo una oportunidad cuando las milicias de Donbass estaban derrotando al desmoralizadísimo ejército de recluta ucraniano en 2015 pero entonces Putin firmó el acuerdo-trampa de Minsk y la contraofensiva antifascista fue abortada.
Y esta es una de las razones por las que yo no soy putinista: Putin es demasiado estúpido (y demasiado de derechas). Sigue siendo el mal menor en las actuales circustancias pero el mal menor sigue siendo un mal, no nos equivoquemos.
Además hay que subrayar que gran parte de la guerra no es militar siquiera, sino político-económica a niveles geográficos que trascienden con mucho las evasivas fronteras de Ucrania, que abarcan todo el planeta y varias otras potencias, incluyendo China, la némesis capitalista «renana» de Estados Unidos y su imperio residual, India, Brasil, México, Arabia Saudita, Indonesia, Turquía (que es miembro de la OTAN pero va de por libre) y un largo etcétera que incluye muy en especial a Europa y a África.
En este contexto Rusia está sorprendentemente cómoda: el rublo se revalorizó contra todas las expectativas (gracias a brillantes maniobras financieras del Kremlin y al hartazgo general de la supremacía artificiosa del dólar estadounidense), las sanciones no fueron secundadas por casi nadie (excepto NATOplus), ni siquiera por aliados clave de EE.UU. como Marruecos, que ahora importa petróleo ruso para re-exportarlo semi-clandestinamente a Europa, el flujo de gas y petróleo continúa hacia Europa Oriental… irónicamente a través de Ucrania (puede que se haya reducido pero Rusia ha encontrado otros clientes y ha redirigido parte del exceso a la reindustrialización interior así mismo). Ha habido un shock económico pero bastante suave, en vez de una caída del 15% o más del PIB ruso, éste apenas ha experimentado una contracción del 2,5%, el futuro de la economía rusa no pinta mal y en todo caso, después del ataque terrorista estadounidense contra Nord Stream, Rusia tiene pocas esperanzas de volver a la normalidad pre-bélica.
De hecho un cuarto punto que Rusia podría demandar de cualquier paz con Ucrania sería la anulación de todas las sanciones occidentales, aunque eso tendría que negociarlo con la Casa Blanca, no con sus marionetas en Kiev.
No parece que Estados Unidos esté interesado en eso. No sólo Rusia está cómoda, el Imperio Yanki también lo está: ha logrado un mercado colonial cautivo en Europa, el desmantelamiento de gran parte de la industria de nuestro subcontinente, ha comprobado que su control de la propaganda es casi total a este lado del nuevo telón de acero y está reuniendo fuerzas para el probable siguiente capítulo de la Segunda Guerra Fría en Taiwan, muchísimo más importante que Ucrania y toda Rusia.
Lo único que no ha conseguido es quebrar a Rusia, que era su objetivo declarado. Lo que no logró con guerra ahora intenta lograr con «paz», una «paz» que, hasta donde entiendo, sería sólo por parte de EE.UU. otro Minsk trampa.
Mientras escribo esto Artyomovsk (Bakhmut para los maidanistas) está siendo rodeado, los miles de tropas ucranianas atrapadas en el bastión no pueden sino rendirse o resistir hasta la muerte como los nazis de Mariupol. Biden, reuniendo toda la escasa lucidez que ya no tiene, le dejó claro a Zelensky que debería retirarse pero Zelensky no puede rendir nada sin luchar a riesgo de perder la vida. En todo caso ya es demasiado tarde para las tropas atrapadas en «la picadora de carne».
La guerra puede aún durar muchísimo. Aunque Prigozhin (condottiero de Wagner Group) decía hace pocas semanas que sólo liberar Donbass puede requerir de casi dos años de guerra, la realidad parece algo más optimista, yo diría que Donbass estará liberado para el verano, pueblo arriba o abajo. Después de Artyomovsk sólo queda Slaviansk, donde empezó el glorioso levantamiento antifascista en 2014.
Ahora bien, es eso suficiente para lograr una paz? Yo diría que es condición necesaria pero no suficiente: la verdadera batalla está en Kiev y es probable que sea una batalla interna ucraniana, aunque, si eso no ocurre, Rusia tendría que marchar sobre la capital ruríkida o incluso sobre el bastión nazi de Lvov, en la frontera con Polonia y la OTAN. Y eso sí que necesitaría de una guerra larga, porque Ucrania está asegurándose de tener retenidos a todos sus hombres adultos, dispuesta a enviarlos a nuevas «picadoras de carne» para retrasar, ya que no puede impedir, el avance militar ruso.
Si Rusia tiene que ocupar toda Ucrania, se anexionará la mitad y perma-ocupará la otra mitad, asegurándose de que permanece leal esta vez para siempre.
En todo caso la paz está lejana: tanto EE.UU. como Rusia están demasiado cómodos en la lógica de la guerra y los beneficios que les reporta de manera diferente pero sorprendentemente paralela. Ucrania y Europa son los grandes sufridores pero como suele decirse «sarna con gusto no pica» y mientras los lideragos europeos sean meros vasallos de Washington, auténticas marionetas traidoras, lo mismo me da en Kiev que en Bruselas, en Roma que en Berlín, pues a disfrutar de la sarna inflacionista y desindustrializadora, a disfrutar de ser un mercado cautivo de Washington, a disfrutar de pasar frío en invierno y pagar cada día más caro por el derecho fundamental a no pasar hambre.
Sólo hay una alternativa para Europa: una revolución socialista, pero no parece que el terreno esté aún maduro para ello. Toca joderse.